viernes, 5 de julio de 2013

Un poema luminoso

   Pintura de R. Olbinski.

Un poema luminoso
(Ejercicio de rima, en dos sonetos
dodecasílabos ternarios)


Cuán perpetua ante la pluma la batalla;
que el ingenio permanentemente ralle
y magnánima la musa te avitualle
de vergeles que desborden tu atalaya.

Mas si un día no fondea tu escandallo
y el suspiro fatigado te atropella,
si el errar del almanaque deja huella
y la angustia te proclama su lacayo…

¡Ve detrás de algún lucero que centelle,
de esa estrella de tan mágico destello!
¡Pinta un sol de colorada gargantilla,

di a la brisa que jazmines te resuelle,
vive el tacto de la seda del cabello
de algún hada que dormite en tu rodilla!


¡ Queda mar que a tu pupila maraville,
quedan labios de meloso azucarillo,
altozanos bendecidos de tomillo
y palabra que a tu pluma se arrodille!

¡Queda verso guarecido en la tramoya
y dilema que tu ingenio desembrolle,
el aliento del amigo que te oye
y aire dulce en la celeste claraboya!

Hoy la nube que sorbía de tu arroyo
enlutada como el lustre de la hulla
a la orilla de la aurora se diluye,

y al socaire del rompiente de tu escollo
biennacido, cual un niño al que se arrulla,
un poema luminoso se construye.






No hay comentarios:

Publicar un comentario