Pintura de Benito Rebolledo
Arribé a la ensenada que acurrucaba un puerto,
a un felpudo de harina; a un albor de verano
que tatuaba espejismos al párpado entreabierto…
a la sima de un pozo esquiva de la mano.
y embarranqué goletas de
piel de caracolas…
mientras mi madre urdía regaños de vainilla
y el asma del poniente silbaba barcarolas.
De
vuelta al mar
Hoy viro al mar el sueño y
mi reloj revierto
con la vista oxidada y el sentimiento cano.
¡A la mar!...que sangrando su azul en mi desierto
vuelve a extirparme versos de timbre gaditano.
con la vista oxidada y el sentimiento cano.
¡A la mar!...que sangrando su azul en mi desierto
vuelve a extirparme versos de timbre gaditano.
Arribé a la ensenada que acurrucaba un puerto,
a un felpudo de harina; a un albor de verano
que tatuaba espejismos al párpado entreabierto…
a la sima de un pozo esquiva de la mano.
Y modelé en la espuma
corazones de arcilla
con la gubia morena del pie saciado en olas,
acometí castillos rendidos a su orilla
con la gubia morena del pie saciado en olas,
acometí castillos rendidos a su orilla
mientras mi madre urdía regaños de vainilla
y el asma del poniente silbaba barcarolas.