¡Ay, niña Rosita!
(Soneto dodecasílabo dactílico)
Le trajo a mi pecho la tarde cobriza
imágenes rotas enfermas de olvido;
la goma gastada y el lápiz mordido,
mi mano vestida de harina de tiza.
La niña Rosita de tez enfermiza
que tras mi cuaderno miraba abstraido,
¿Serán fantasías, o me ha sonreído?
No hay beso, ni patio, que afuera graniza.
Forjando ilusiones y cuentos de hadas
bebía mi infancia prendido a su vera,
ansiando entre libros caricias robadas.
¡Ay, niña Rosita, por Dios, quién pudiera!
tornar a mi escuela de blancas arcadas
y hacer de mi otoño fugaz primavera.
Le trajo a mi pecho la tarde cobriza
imágenes rotas enfermas de olvido;
la goma gastada y el lápiz mordido,
mi mano vestida de harina de tiza.
La niña Rosita de tez enfermiza
que tras mi cuaderno miraba abstraido,
¿Serán fantasías, o me ha sonreído?
No hay beso, ni patio, que afuera graniza.
Forjando ilusiones y cuentos de hadas
bebía mi infancia prendido a su vera,
ansiando entre libros caricias robadas.
¡Ay, niña Rosita, por Dios, quién pudiera!
tornar a mi escuela de blancas arcadas
y hacer de mi otoño fugaz primavera.
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